Violencia en Florencio Varela: robó una bicicleta y le disparó al dueño, detuvieron a tres con cuchillos en fiesta estudiantil y secuestraron una moto denunciada en Berazategui

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Un fin de semana y un lunes movidos para la Policía de Florencio Varela: allanaron una casa en Santa Rosa Rural y recuperaron una bici robada junto a la pistola con la que el ladrón intentó matar al dueño, frenaron a un conductor con una moto robada que circulaba sin patente en Ingeniero Allan, y detuvieron a cinco personas en disturbios durante festejos estudiantiles en la plaza San Juan Bautista, donde secuestraron armas blancas. Tres operativos que muestran la escalada de inseguridad y el trabajo policial intentando contenerla.

FLORENCIO VARELA – La jornada del lunes 1º de diciembre arrancó con novedades policiales que pintaron un mapa de la inseguridad cotidiana en Florencio Varela. Por un lado, un allanamiento exitoso que permitió recuperar una bicicleta robada y detener a un delincuente que había intentado dispararle al dueño cuando éste lo sorprendió robando. Por otro, el secuestro de una moto Honda Wave que circulaba con pedido de captura desde octubre. Y en paralelo, la intervención policial en la plaza San Juan Bautista donde festejos estudiantiles de fin de año terminaron con cinco detenidos y armas blancas secuestradas.

Tres episodios diferentes. Tres barrios distintos. Un mismo denominador común: la violencia que atraviesa la vida cotidiana del distrito.

Pico de Oro: te roban la bici y te disparan cuando reclamás

El hecho ocurrió en la calle Madrid esquina 643 A, en el barrio Pico de Oro —el mismo barrio donde hace días una mujer tuvo que parir en la calle porque la ambulancia nunca llegó, como informó Infosur en exclusiva—. Un vecino denunció que un sujeto le robó la bicicleta. Pero no fue un robo silencioso. Cuando el dueño lo increpó o intentó recuperar su rodado, el ladrón sacó una pistola e intentó dispararle.

El vecino tuvo suerte: el disparo no salió, o el delincuente falló, o la pistola se trabó. Los detalles técnicos del intento de homicidio no trascendieron. Lo que sí quedó claro es que el ladrón no dudó en apretar el gatillo. No era un chorro ocasional que se asusta cuando lo descubren. Era alguien dispuesto a matar por una bicicleta.

Después del ataque, el delincuente escapó con el rodado. El vecino radicó la denuncia en la comisaría. Y ahí empezó el trabajo policial.

La investigación permitió identificar al sospechoso y ubicar su domicilio en Santa Rosa Rural, otro sector del distrito. Las fuerzas de seguridad prepararon un allanamiento. Pidieron la orden judicial correspondiente. Y cayeron a la casa.

El operativo fue exitoso. Encontraron al involucrado en la vivienda. Durante la requisa, los oficiales secuestraron la pistola utilizada en el hecho —la misma con la que había intentado matar al dueño de la bici— y recuperaron el rodado perteneciente a la víctima, que todavía estaba en poder del ladrón.

El individuo fue aprehendido en el marco de una causa por hurto y uso de arma de fuego. Lo trasladaron a la Comisaría Primera del distrito para las actuaciones pertinentes. Quedará a disposición de la Justicia, que determinará si se le dicta prisión preventiva o alguna medida menos restrictiva.

«Es importante que se haya recuperado el arma», destacó un vocero policial. «Porque esa pistola podía terminar usándose en otro robo, en otro intento de homicidio. Cada arma que sacamos de la calle es una vida que potencialmente salvamos».

Ingeniero Allan: circulaba en moto robada sin patente

El segundo operativo ocurrió en Ingeniero Allan, entre Diagonal Los Guaraníes y calle 1149. Efectivos de seguridad realizaban un control vehicular de rutina —de esos que muchos consideran una molestia innecesaria hasta que detienen a un delincuente— cuando frenaron a un hombre que manejaba una Honda Wave sin patente.

La moto ya llamaba la atención por circular sin chapa identificatoria. Pero cuando los policías se acercaron, notaron algo más: el tambor de la llave estaba violentado. Es decir, la moto había sido «puenteada» para encenderla sin la llave original. Un indicio claro de que el rodado era robado.

Los efectivos consultaron el número de cuadro del vehículo en el sistema. Y apareció: la moto tenía pedido activo de secuestro. Había sido denunciada como robada en la Comisaría Primera de Berazategui a principios de octubre. Llevaba casi dos meses circulando ilegalmente por el conurbano sur.

El conductor fue detenido en el acto. No pudo justificar la tenencia del rodado. No tenía documentación que lo vinculara legalmente con la moto. Quedó claro que la estaba usando de manera ilegal, ya sea porque él mismo la robó o porque la compró sabiendo que era robada.

Ante el hecho, el individuo fue trasladado a la dependencia jurisdiccional correspondiente para las actuaciones legales. La moto quedó secuestrada y será restituida a su legítimo dueño, que la denunció robada hace dos meses en Berazategui.

Este tipo de operativos —controles vehiculares que parecen rutinarios pero que detectan motos y autos robados— son fundamentales para combatir el robo de vehículos. Muchas veces, las motos robadas circulan durante meses por el conurbano, usadas por delincuentes para cometer otros ilícitos, hasta que finalmente un control policial las detecta.

Plaza San Juan Bautista: fiesta estudiantil con armas blancas

El tercer episodio fue más complejo y preocupante. En la plaza San Juan Bautista —uno de los espacios públicos más emblemáticos del centro de Florencio Varela— se estaban realizando festejos estudiantiles de fin de año. Chicos y chicas de secundarias del distrito celebrando el final de las clases, como ocurre cada diciembre en toda Argentina.

Pero lo que debería haber sido una jornada festiva se convirtió en un operativo policial. Las fuerzas de seguridad del partido tuvieron que intervenir «por el accionar de personas que afectaron al orden público o incurrieron en delitos tanto en la plaza San Juan Bautista como en los alrededores», según informó el parte oficial.

¿Qué pasó exactamente? Los detalles son parciales, pero lo que trascendió es grave:

Primer detenido: Un hombre robó el calzado a un chico. En medio de una fiesta estudiantil, alguien le sacó las zapatillas a un pibe. Fue detenido por robo.

Segundo detenido: Otro individuo «generaba inconvenientes en el lugar». Cuando los policías le hicieron una requisa, encontraron entre sus pertenencias un arma blanca. No se especificó si era un cuchillo, una navaja o qué tipo de arma, pero llevaba un elemento cortante encima en medio de una fiesta de adolescentes.

Tres detenidos más: Un grupo de tres sujetos «ocasionaba disturbios». Cuando los agentes realizaron la requisa, hallaron cuchillos en una conservadora y una mochila. Tres personas circulando con múltiples armas blancas en una plaza llena de estudiantes. Los tres fueron aprehendidos.

En total: cinco detenidos. Múltiples armas blancas secuestradas. Un robo de zapatillas. Y una fiesta estudiantil que terminó con intervención policial.

¿Qué hacían tipos armados en una fiesta de secundarios?

La pregunta inquieta a padres y docentes: ¿qué hacían personas adultas, ajenas a los festejos estudiantiles, circulando con cuchillos en una plaza llena de adolescentes?

«No eran estudiantes», aclara una fuente policial. «Eran tipos que se metieron en la fiesta, generando quilombo, con armas encima. Claramente fueron con intenciones que no eran festivas».

Hay dos hipótesis que circulan. La primera: delincuentes que aprovecharon la concentración de jóvenes en la plaza para robar. De ahí el episodio de las zapatillas robadas. La segunda: grupos que fueron a buscar pelea, a generar disturbios, a «hacer bardo» como se dice en la jerga juvenil.

Cualquiera de las dos hipótesis es preocupante. Porque en ambos casos, lo que debería ser un espacio seguro para que los chicos festejen el fin de las clases se convierte en un territorio peligroso.

«Los festejos de egresados se están volviendo cada vez más complicados», reconoce un director de una escuela secundaria de Florencio Varela. «Antes los chicos iban a la plaza, festejaban, se mojaban con espuma, tomaban algo y volvían a sus casas. Ahora aparecen tipos de afuera, se generan conflictos, hay alcohol de más, aparecen armas. Los docentes y los padres estamos cada vez más preocupados».

El operativo policial que evitó una tragedia

Hay que reconocerlo: la intervención policial en la plaza San Juan Bautista probablemente evitó una tragedia. Si esos cinco individuos con armas blancas hubieran seguido circulando en medio de la fiesta estudiantil, podría haber terminado en heridos graves o incluso en muertos.

Los festejos de fin de año estudiantiles en espacios públicos son momentos de alta vulnerabilidad. Hay muchos jóvenes juntos, hay alcohol circulando, hay emociones a flor de piel, hay grupos que se cruzan. Y si en ese contexto aparecen tipos armados con intenciones delictivas o violentas, la combinación puede ser explosiva.

«Por suerte los efectivos estuvieron atentos y actuaron rápido», valoró un funcionario municipal. «Detectaron a los tipos que estaban generando problemas, los requisaron, encontraron las armas, los detuvieron. Si no hubiera estado la policía presente, esto podría haber terminado muy mal».

Los cinco detenidos quedaron a disposición de la Justicia. Las armas blancas secuestradas serán peritadas y quedarán como prueba en la causa. Pero más allá del resultado judicial de estos casos particulares, el episodio deja una pregunta flotando: ¿cómo se garantiza la seguridad en festejos estudiantiles masivos en espacios públicos?

Tres episodios, un mismo diagnóstico

Los tres operativos del lunes —el allanamiento en Santa Rosa Rural, el secuestro de la moto en Ingeniero Allan, la intervención en la plaza San Juan Bautista— pintan un mapa de la inseguridad cotidiana en Florencio Varela.

Por un lado, delincuentes violentos dispuestos a matar por una bicicleta. Por otro, motos robadas que circulan durante meses sin ser detectadas. Y en paralelo, tipos armados metidos en fiestas estudiantiles generando violencia.

No son hechos aislados. Son síntomas de un problema estructural: la sensación de que cualquiera puede hacer cualquier cosa porque la probabilidad de ser detenido es baja. Y cuando finalmente hay detenciones —como en estos tres casos— es porque la policía tuvo que salir a buscarlos, a investigar, a hacer operativos. No porque hubiera un sistema preventivo que evitara que estos delitos ocurrieran.

«Estamos siempre corriendo atrás de los hechos», reconoce un oficial de la DDI de Florencio Varela. «Ocurre el robo de la bici, después investigamos y allanamos. Circula la moto robada durante dos meses, después la detectamos en un control. Aparecen tipos armados en la plaza, después intervenimos. Siempre después. Nunca antes».

El trabajo policial que no se ve

Pero también hay que reconocer el trabajo policial efectivo. En los tres casos hubo resultados: un ladrón detenido y una pistola secuestrada, una moto robada recuperada, cinco tipos con armas blancas aprehendidos. No siempre ocurre. Muchas veces los delincuentes quedan impunes, las motos robadas nunca aparecen, las armas siguen circulando.

Los tres operativos del lunes fueron, en ese sentido, exitosos. Hubo investigación, hubo procedimientos correctos, hubo detenciones legales, hubo secuestro de elementos probatorios. Ahora la pelota pasa a la Justicia, que deberá determinar las responsabilidades penales de los detenidos y las penas correspondientes.

Florencio Varela: entre la violencia y la respuesta policial

Florencio Varela vive en tensión permanente. Cada día trae nuevos episodios de inseguridad, nuevos robos, nuevos hechos violentos. Infosur viene documentando esa escalada: ancianos torturados, familias atadas y robadas, mujeres que paren en la calle, comunidades bolivianas asaltadas.

Es la realidad del conurbano bonaerense: una batalla diaria entre delincuentes cada vez más violentos y fuerzas de seguridad desbordadas que hacen lo que pueden.

Por ahora, en Pico de Oro, un vecino recuperó su bicicleta y puede volver a usarla sabiendo que el tipo que le disparó está detenido. En Ingeniero Allan, el dueño de una Honda Wave podrá recuperar su moto dos meses después de que se la robaran. Y en la plaza San Juan Bautista, cientos de estudiantes pudieron seguir festejando el fin de año sin que tipos armados les arruinaran la fiesta.

Son pequeñas victorias. Pero en Florencio Varela, en 2025, cada pequeña victoria cuenta.

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