El fuego que borró huellas: la camioneta del horror levantada como chatarra

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La camioneta Chevrolet Tracket blanca utilizada por los asesinos de Morena Verri, Brenda Del Castillo y Lara Gutiérrez ardió en llamas el sábado a las 3:30 de la madrugada en el barrio Mayol de Florencio Varela. Lo que parecía una maniobra desesperada de los criminales para borrar pruebas terminó revelando una falla institucional en la investigación del triple crimen que conmociona al Conurbano.

El vehículo calcinado fue levantado por la Guardia Comunal de Florencio Varela como si se tratara de chatarra común. Fue trasladado al depósito municipal de la avenida Cariboni, donde se acumulan autos abandonados y quemados, sin que nadie advirtiera que se trataba de la principal evidencia del caso más grave del año en el distrito.

Una madrugada en llamas

Los vecinos del barrio Mayol recuerdan el resplandor anaranjado que iluminó sus casas. “Se escuchaban explosiones, los vidrios que saltaban por el calor. Era impresionante ver cómo se consumía todo”, relató una vecina a Infosur. Una cámara de seguridad vecinal captó el momento en que la camioneta se convirtió en un amasijo de hierros retorcidos, imposible de reconocer.

Los bomberos llegaron cuando ya era tarde. El fuego había consumido toda la estructura del vehículo: chapas deformadas, neumáticos derretidos y restos ennegrecidos que parecían un monumento a la destrucción.

El lunes del error fatal

El lunes siguiente, la rutina de la Guardia Comunal fue la de siempre: recorrer calles y remover autos siniestrados. Nadie les advirtió que esa chatarra incinerada era en realidad la pieza clave del caso que mantiene en vilo a Florencio Varela y al país. Claro, todavía no lo sabían.

La camioneta fue cargada como un vehículo más y llevada al depósito, donde se mezcló con toneladas de metales oxidados.

Con la noticia ya instalada, los investigadores tuvieron que correr contra el reloj. Buscaron los restos en el depósito municipal y lograron rescatarlos antes de que se perdieran definitivamente entre la chatarra. Finalmente, la camioneta fue trasladada a la DDI de La Matanza, donde permanece bajo peritaje.

Una evidencia que casi se pierde

El incendio de la Tracket no fue casual: los criminales sabían lo que hacían. Quemar el vehículo fue un intento desesperado por borrar huellas que los conectaban con el triple femicidio más brutal de la historia reciente de Varela. Pero la posterior confusión institucional puso en riesgo la investigación y dejó expuesta una alarmante falta de protocolos entre las fuerzas de seguridad.

Lo que debía ser la prueba más valiosa de la causa estuvo a punto de perderse como un fierro viejo más. Una metáfora dolorosa para un distrito que parece acostumbrarse a convivir con el fuego, la sangre y la impunidad.

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