No pueden dejar la ropa tendida afuera, ni sentarse a tomar unos mates en la vereda y mucho menos dejar a sus hijos ir a comprar o a jugar a la casa de un vecino. Tienen miedo y no es para menos. Viven rodeados por la droga, por consumidores y por vendedores. Semanas atrás los vecinos del asentamiento/ barrio 3 de noviembre dijeron basta; les mataron a Matías. El pibe que tocaba la guitarra en la iglesia, el que formó un equipo de futbol femenino, el solidario que cortaba el pelo a los más necesitados. Infosur estuvo en la marcha que se hizo para pedir a los fiscales que detengan a quienes lo mataron a sangre fría y también caminó por los pasillos de la “Favelita” de San Nicolás. Y pone en palabras los temores y el miedo de los vecinos que le dicen “ no a la venta de drogas en su vecindario”.
El barrio se formó hace ya 7 años, los terrenos fueron tomados por quienes no podían acceder a una vivienda. Allí muchos ocuparon una parcela pensando en tener un lugar digno para criar a sus hijo, pero el paso de los años hizo que entre los pasillos del “ 3 de noviembre” se asentaran personas que comenzaron con el comercio de estupefacientes; “ se metieron en el fondo. Y ahora nadie quiere ir para ese sector” cuentan las mujeres del barrio hoy denominado “ la favelita” de San Nicolás/ El Molino. “ Ellos hicieron correr ese nombre despectivo” asegura un joven padre que remarca “ hay mucha gente trabajadora, pero se metieron esos y ahora no vivimos tranquilos. Quisiéramos irnos pero no tenemos a dónde , ni cómo”.
En la marcha que se desarrolló el pasado viernes, muchos vecinos de “ la Favelita” no solo se acercaron a la Fiscalia de av. Perón preocupados por la muerte de un inocente en sus calles sino por el miedo a perder lo poco que tienen.
Con el corazón en la boca
“ Nosotros somos de los primeros que fuimos a vivir ahí, escuchamos que quieren sacar la Favelita y por eso vinimos para defender nuestros hogares, pero para que alguien haga algo con esa gente que no nos permite vivir tranquilos” comenta un matrimonio con tres niños que aguardaban a la llegada del centenar de pobladores que marcharon por las calles del distrito visibilizando la cruda realidad: el convivir con la delincuencia y el narcotráfico sin poder hacer nada.
“ Tenemos miedo. Imagínate que vivimos encerrados. Los chicos ya no pueden salir de casa, no los dejamos ni en la vereda. Nos da miedo que alguien los agarre o los maten como le sucedió a Matías” describe un grupo de jóvenes madres que conocía y admiraba el trabajo social de Matías Maidana- el adolescente asesinado en medio de un enfrentamiento entre narcos.
El miedo es una constante entre los vecinos de “ La Favelita”, tal es así que no hay uno que no relate su experiencia con alguno de los compradores que rumbo al fondo del vecindario no se llevó consigo alguna pertenencia de forma indebida. “Vivimos encerrado, no podemos ni colgar un calzón porque te lo roban” sentencian y remarcan “ ni hablar de que te olvides algo en el fondo , pasaron y te lo llevaron para cambiarlo por eso que van a buscar al fondo”.
Nadie entra al fondo
El vecindario ha crecido en población y en construcciones, niños pequeños es lo que más se oye; niños que no pueden salir a jugar al fondo, a la vereda o a la canchita del barrio. No salen, ni de día, ni al atardece y menos de noche. En “ 3 de noviembre” viven encerrados por el constante transitar de gente al barrio, no a cualquier sector sino que “todos pasan para el fondo”. “ Paran los autos en la entrada y los ves que van caminando a esos lugares que todos sabemos dónde están y quiénes son, pero que la policía dice desconocer” explica una voz que como muchos tiene miedo.
“ Van y vienen durante todo el día. Algunos ves que entran, pero no sabemos si salen” cuenta un joven adolescente indignado por lo que le pasó a su vecino y aclara “Acá hay muchos rumores. Al igual que los gritos, los ruidos a balas y las corridas”.
Quieren vivir tranquilos
“ No tenemos a dónde ir por eso seguimos acá” manifiesta desesperanzada una joven de unos 25 años y recalca “ esa gente pudrió el barrio y está destruyendo a mucha gente. Queremos que las autoridades, la justicia, la policía haga algo. Merecemos vivir en paz”.
Según la barriada, hubieron tiempos donde la cosa estaba tranquila, pero la paz solo duro unos años.” Tiempo atrás detuvieron a un muchacho que no tenía anda que ver e hicieron que destruían el bunker, pero volvieron y están peor que antes” narran por los pasillos y aguaran “ ojala que la muerte de Mati sirva para que entre Gendarmería y la Policía y saque a toda esa gente. Que podamos tener un barrio tranquilo y ahí, en el bunker hacer un comedor como están planeando para ayudar a los que menos tienen”.