Florencio Varela vuelve a estar en el centro de la polémica por el manejo de una investigación judicial. Esta vez, el escándalo gira en torno al doble crimen de Josué y Paloma, un caso que podría haber avanzado con rapidez, pero que se topó con la desidia de la fiscalía.
Según se pudo saber, el 11 de febrero la Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos y Crimen Organizado (DAJUDECO) entregó al fiscal de la causa que seguía la investigación del doble crimen de Varela, Claudio Bustos Rivas, información crucial: el celular de Josué había impactado en una ciudad de Río Negro. Sin embargo, en lugar de actuar con urgencia, el funcionario parecía más preocupado por apartarse del caso que por seguir la pista que podía esclarecer el crimen.
El jueves 13 de febrero, tras dos días de inacción, se sorteó entre los fiscales de Florencio Varela quién tomaría la investigación. Fue designado Darío Provisionatto, titular de la Fiscalía N°1, quien de inmediata ordenó medidas clave. En cuestión de horas, envió a la Policía Federal a rastrear el celular de Josué. Así, se descubrió que un Samsung J2 con el mismo IMEI estaba en manos de una persona en Río Negro.
El dato no es menor: los IMEI son códigos únicos e irrepetibles, lo que significa que el teléfono de Josué no fue clonado, sino que está en circulación. ¿Cómo llegó hasta allí? ¿Quién lo tenía en su poder? ¿Por qué se perdieron 48 horas vitales en la investigación?
El doble crimen que sigue los pasos de otros casos conmocionantes
Este no es el primer caso en el que una fiscalía de Florencio Varela queda en el ojo de la tormenta. El expediente por el crimen de Lautaro Morello y la desaparición de Lucas Escalante deambuló por varias fiscales hasta que la causa terminó en Berazategui. Algo similar ocurrió con la llamada «Masacre de Florencio Varela», otro caso donde la desorganización y la falta de voluntad marcaron la diferencia entre la justicia y la impunidad.
Mientras la familia de Josué y Paloma reclama respuestas por el doble crimen, la investigación avanza a contrarreloj, pero con 48 horas perdidas que podrían haber sido clave. La pregunta es inevitable: ¿cuántos crímenes más deben quedar en la impunidad antes de que la justicia en Varela realmente actúe con la celeridad que corresponde?