“El mundo está loco por culpa de los cuerdos”, dice una frase popular. O quizás, si vamos más allá, los cuerdos volvimos loco a este mundo.
Capaz que por eso, Quilmes llora a uno de sus personajes más queridos: “Churrinche”. “El loco lindo” que pedía monedas, regalaba flores y piropos a las mujeres en pleno centro de la ciudad.
Cuidacohces de profesión, supo ganarse el cariño y el afecto de los quilmeños y sin querer, o acaso queriendo, se transformó en una postal cotidiana de uno de los centros comerciales más importantes de la zona sur.
Simpático, amable y educado, Julián, ese era su nombre verdadero, se fue metiendo en el corazón de la ciudad, una ciudad que ya lo extraña.
Según se pudo saber “Churrinche” andaba cerca de los 50 años y el martes pasado la policía lo encontró muerto en la casilla en la que vivía. Allí, donde los perros fueron su gran compañía.
«Paro cardiorrespiratorio no traumático producido por un infarto agudo del miocardio», fue la causa del deceso.
A las pocas horas la noticia empezó a circular por las redes sociales y se transformó en un verdadero desconsuelo para quienes solían verlo por la ciudad.
“Churrinche” era un verdadero personaje. Saludaba a todos los transeúntes y a los que ya los conocían les pedía una alguna moneda. Así pasaban sus días en las calles quilmeñas.
Les regalaba flores a las mujeres y les dedicaba piropos. Lo distinguía la educación con la que se dirigía a las personas y el buen humor que mostraba cada mañana. Pero su vida estaba afectada por una cirrosis que arrastraba en los últimos años.
Churrinche cambió de looks a lo largo del tiempo. Tuvo pelo largo, corto, colorado, rubio, y morocho. Se dejó la barba, se la recortó y se la terminó sacando. La mayoría de su vida vivió en situación de calle y falleció rodeado de lo poco que tenía.
Un grupo de vecinos quiere organizar un funeral para despedirlo. Una casa de sepelios, incluso ofreció sus instalaciones para el último adiós. El sábado una misa en la catedral será también parte del rito póstumo de la despedida.