Quiénes son las víctimas de la violencia policial en la zona y por qué no se denuncia

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El cachetazo retumbó en la oscuridad de las calles del barrio San Francisco. Camilo de 16 años temblaba cuando el policía cerró la puerta del patrullero de un golpe y se fue. En los años siguientes le volvió a pasar con el mismo policía hasta que no lo vio más. «Lo deben haber cambiado de seccional», respira.

Desde entonces, cada vez que ve un patrullero Camilo tiene miedo. «El que se quema con leche, ve una vaca y llora», dice. El dato no es menor. Según un estudio realizado en el marco del Observatorio de las Violencias Sociales (OVISOC) de la carrera de Trabajo Social de la UNAJ, casi la mitad de los estudiantes de esa casa de estudios, ubicada en Florencio Varela, en el tercer cordón del Conurbano Bonaerense, fue víctima de distintas formas de violencia policial durante el último año. Y los números aumentan entre los estudiantes jóvenes.

El trabajo de campo, coordinado por Gabriela Rodríguez, antropóloga, docente e investigadora de la UNAJ y Gabriela Seghezzo, está enmarcado en el proyecto de investigación “Violencia institucional e (in)seguridades en el Conurbano Bonaerense. Prácticas violentas de seguridad y vulneración de derechos de jóvenes de sectores populares 2018-2020”, y consistió en un cuestionario presencial de preguntas cerradas que se le hicieron a 291 estudiantes de la UNAJ, respetando cuotas según género y edad.

El 46% de las/os encuestados dijo haber experimentado algún tipo de violencia policial durante el último año, mientras que entre los estudiantes jóvenes (hasta 29 años) la proporción ascendió al 48 %. Respecto de un estudio similar realizado en 2018, se registró un aumento del 9 %.

Tomando en cuenta el género, los datos revelaron que un 57% de los varones experimentó algún tipo de violencia policial durante el último año, mientras que entre las mujeres el porcentaje llegó al 39%. Si bien la proporción responde a los patrones esperados, llama la atención el alto porcentaje de mujeres que fueron objeto de algún tipo de violencia policial.

“Nuestros datos reafirman lo que hace años se viene planteando desde organismos de derechos humanos, es decir que los varones jóvenes son el objeto privilegiado de la violencia policial”, explicó Gabriela Rodríguez. Sin embargo, arriesga que el alto porcentaje de mujeres (39%), podría deberse al creciente protagonismo de las mujeres en el espacio público, “sobre todo en tanto sujeto político que reclama por derechos concretos y específicos”.

Otro dato preocupante es que de las/los estudiantes que sufrieron violencia policial durante el último año, el 29% afirma que fue en más de una oportunidad, llegando al extremo de un 5 % de los encuestados que afirman haber sufrido distintas situaciones de violencia en al menos cinco oportunidades.

Las distintas formas de la violencia
Si bien se suele considerar a la violencia física como la principal modalidad a la hora de reconocer la violencia policial, el estudio incluyó preguntas para conocer cuáles son los tipos de violencia hacia los estudiantes en el tercer cordón del conurbano bonaerense.

En un 40 % de los casos la práctica violenta consistió en haberse dirigido hacia ellos utilizando un lenguaje inapropiado, mientras que un 32 % fue sometido a insultos, descalificaciones u ofensas. Intimidación con armas (31 %), hostigamiento y burlas insistentes (28 %) o discriminación (27 %) son otras de las formas más habituales de violencia policial, según el estudio.

Más datos

La calle y las manifestaciones constituyen los lugares donde las/los estudiantes afirman haber padecido situaciones de violencia policial con mayor frecuencia.
El 94 % de quienes experimentaron violencias no realizó la denuncia.
El 45 % de los/as estudiantes identificó a la Policía de la Provincia de Buenos Aires como responsable.
Un dato no menor es que casi la totalidad de las situaciones violentas que describen los encuestados tienen como marco situaciones irregulares. “No hay detenciones, intervenciones formales, sino formas de hostigamiento, prepotencia, avasallamiento. Por otro lado, la falta de denuncia nos advierte de algo que tiene que ver con el nivel de naturalización, de no problematización, de no cuestionamiento de las prácticas policiales”, advierte.

La inseguridad como construcción

Analizando los datos obtenidos, Rodríguez afirma que el modo en que se ejerce violencia por parte de las fuerzas policiales contra este sector social “tiene que ver con la manera en que es construido el problema de la inseguridad, como un problema que es producto de los delitos violentos de los jóvenes de los sectores populares. En ese sentido la violencia policial va claramente sobre esos sectores”.

Esa construcción de la inseguridad parece justificar la idea de que “para proteger los derechos de algunos es necesario vulnerar los derechos de los jóvenes de los sectores populares. Y eso es algo que como universidad tenemos que discutir, tenemos que problematizar y sobre todo tratar de articular con otros actores territoriales para poder desmontarlo”.

A partir de la información recabada en la encuesta, el equipo del proyecto realizará una serie de entrevistas en profundidad para abordar algunas de las problemáticas que emergen del estudio, para problematizar y de-construir los modos en que es pensado el problema de la seguridad “en un sentido amplio, no sólo en relación a la prevención del delito”.
Fuente: http://tesis.unaj.edu.ar/esa-maldita-gorra/

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