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Marta Lagraña, de la copa de leche “Carita Feliz”

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“¡Marta, la leche!”, un grito agudo que se repite a diario en la vereda de la casa de La Tranquera al 1600 del barrio Agustín Ramírez. Es que allí funciona la copa de leche “Carita Feliz” y, a su vez, es el hogar de la destinataria de la exclamación, Marta Lagraña.

Esta correntina que llegó al Gran Buenos Aires hace tres décadas y que desde hace 20 años vive en Florencio Varela, comenzó hace cuatro con la asistencia alimentaria de una treintena de chicos, mediante la copa de leche y el comedor de los viernes.

Marta hoy es reconocida por su tarea solidaria, su compromiso con los más vulnerables y, por sobre todas las cosas, su energía para superar los desafíos que le presenta la vida. “Saco fuerzas de todos lados. Cuando escucho que dicen ´no puedo´, respondo; yo sí sé que es no poder, y a pesar de todo, sigo adelante”, resume antes de relatar su historia, quien también es coordinadora en el programa Más Vida.

-¿Cómo llegas a que tu casa sea un poco la casa grande del barrio?
-Surge de la necesidad. Primero, me anoté en el plan y, como siempre me gustó trabajar en lo social, me capacité para hacer pensiones. Hice un montón ayudando a discapacitados para que tengan su ingreso –siempre sin cobrar yo un peso, lo digo para que no anden hablando-. Luego, fuimos a la facultad de Ciencias Sociales de la UBA, donde nos formamos para prevención de violencia de género. Y después hice proyectos de panadería, donde mi idea resultó ganadora. Fue hace cuatro años. El premio fueron cuatro mil pesos, cuando ese monto era bastante. Y me dieron la cocina industrial, con la cual hacemos panes, dulces y pizzas, para vender, para que todas las chicas que están conmigo tengan una ayuda.

-¿Y así es que este lugar se convirtió en un sitio de ayuda y solidaridad?
-Empezamos con un compañero que, cuando dejó, me hice cargo yo. Comenzamos al lado de mi casa, pero una tormenta tiró abajo el lugar. Por ahora estamos acá, pero por suerte a través de la organización Tupac Amarú, que tiene como referente al concejal Darío Carasale, estamos construyendo adelante para que todos estén cómodos. Pasamos por muchas cosas. A veces quiero dejar todo -por los que critican sin saber lo que hacemos- y cuando falleció mi mamá (Cecilia Galeano), hace tres años, fue un golpe muy duro, algo que no esperaba y que hizo que pese 30 kilos. Pero la copa no puede parar. Esto no puede parar.

-¿Y todo esto lo haces sola?
-No. Somos siete. Estoy junto a Gladys Campos, Vero Rodríguez, Rita y Sole González, Paola Gutiérrez y Bárbara Escalada. Todas tienen un gran compromiso. Y sin la ayuda de mi hermana, tampoco podría.

– ¿Y por qué lo hacen?

-En mi caso, siempre ayudé y ayudo. Desde que llegué acá. Y lo hago por la sonrisa de los chicos, siento el cariño de ellos. Mi recompensa es el chico feliz, jugando. Ese es mi mayor pago. Y que haya estado acá el Intendente (Julio Pereyra pasó por el lugar el viernes), es un gran reconocimiento para la tarea que hacemos todas nosotras.

Marta tiene tres hijos: dos varones, de 24 y 20 años; y una niña de siete. Y desde hace nueve meses, se convirtió en abuela de una rozagante beba que también está en “Carita Felíz”. “Aprendí a dar no porque tenga mucho, sino porque sé exactamente qué se siente no tener nada”, dice una publicación en su Facebook, en el cual “publicamos todo lo que hacemos, para que vean que hacemos”, cuenta orgullosa de su solidaria tarea, que hoy le exige más.

“Le damos a nuestros chicos, a los chicos del barrio y si vienen de otras zonas también, a pesar de que hay otras copas de leche en la zona”, remarca Marta que, junto a sus compañeras, ahora quieren lograr también la cena de los chicos.

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