Lo que todavía nadie se animó a contar del Triple Crimen

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Once años después del mal llamado triple crimen de General Rodríguez, pues en realidad, tal como dictaminó la Justicia, ocurrió en Quilmes, donde fueron fusilados los tres empresarios, la hipótesis del fino hilo azul de la mafia policial cae en saco roto, pues nadie se anima a profundizarla. Y sólo este medio se anima a contarla.

En estos últimos días, se llevaron adelante varios procedimientos que culminaron con la detención de once detenidos en esta causa que movió todos los cimientos políticos y judiciales. A decir verdad, comenzó a ventilarse el año pasado cuando los investigadores descubrieron 160 kilos de efedrina en un depósito en el que en 2009 habían encontrado 2.450 kilos.

Lo que dicen los que tienen acceso a esta investigación es que los dueños de esa cantidad del precursor químico la habían comprado en octubre de 2007. En aquella época todavía no habían empezado las investigaciones por el tráfico ilegal de esa droga, que sí tuvieron lugar tras el triple crimen, en agosto de 2008, cuando los cuerpos de Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina, aparecieron en un zanjón de General Rodríguez.

Se sospecha que los narcos mexicanos y sus socios locales, entonces, guardaron ese cargamento en dos bauleras de la calle 11 de septiembre al 3468 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Hasta allí fueron en 2018 los agentes de la División de Operaciones Anticrimen de la Policía de la Ciudad. La jueza federal María Servini consiguió mantener en secreto ese operativo. Ahora, con los arrestos, reactivó una olvidada línea de investigación.

DE SUERTE
La ruta para llegar a esta cantidad de efedrina es una cosa de locos. La suerte en su estado puro. Según se supo, los propietarios de Depósito Belgrano SRL, donde estaban los tachos con efedrina, denunciaron que dos hermanas mexicanas, que las alquilaban desde 2008, habían dejado de pagarlas el año pasado.

El dueño de ese depósito, entonces, le sacó el candado a una de las dos bauleras, revisó lo guardado y encontró 6 kilos de cocaína. De inmediato dio aviso a la Policía de la Ciudad. El juez federal Daniel Rafecas ordenó analizar las otras sustancias: eran los 160 kilos de efedrina. También contó 122 botellas de vino con cocaína diluida. Y una máquina encorchadora de los envases. Por la pista de aquel precursor químico, le dejó la investigación a su par, Servini, que desde 2016 tenía a cargo el expediente central de la «ruta de la efedrina».

Ahora, después de los quince allanamientos, la jueza Servini les tomó declaración indagatoria a los últimos once detenidos, entre ellos el empresario Cristian Heredia, el despachante aduanero Carlos San Luis y el expolicía federal Ricardo Sladkowski, todos conocidos de Forza, Ferrón y Bina.

La magistrada, además de rechazar los pedidos de excarcelaciones, reconstruyó las coincidencias entre las bauleras del 2018 con la banda de Maschwitz de 2008 y la «Operación Mariachi» de 2009. Ahora deberá ponerle nombre y apellido a los dueños de los 160 kilos de efedrina «enfriados» durante más de diez años.

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