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«Fue la señora rubia»: el expediente del crimen del preso en la cárcel de Florencio Varela

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Foto facebook judicial

“Fue la señora rubia”. La frase retumbaba desde la boca de los presos en toda la unidad penal 23 de Florencio Varela aquel miércoles 23 de abril. Los integrantes de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) que junto al abogado de Derechos Humanos de la comuna, Daniel Giaquinta, llegaron a las 15 horas, escucharon la acusación mientras intercedían para que vuelva la tranquilidad posible a la cárcel. Habían sido horas de mucha tensión por un falso audio que alertaba un contagio masivo de coronavirus. Unas horas antes se había conocido el positivo sobre uno y todo era alarma.

Sobre el techo permanecía inerte Federico Rey (23) años y todos los dedos acusatorios insistían en señalar a la “señora rubia” como causante de esa muerte. El servicio penitenciario informó que Rey murió de una puñalada. La mentira no resistió ni un par de horas. Al preso lo fusilaron con tres balas de plomo.

En el expediente judicial que investiga el crimen de Federico Rey, al que Infosur tuvo acceso, “la señora rubia” aparece mencionada en varios tramos y según los investigadores se trata de Eliana Daniela Heidenreich (33).

La alcaide mayor está procesada por un delito gravísimo: “Homicidio calificado por haber sido cometido por un miembro de una fuerza de seguridad y mediante el empleado de arma de fuego” y esta semana se determinó su “prisión preventiva”, junto a otros dos procesados.
Heidenreich o “la señora rubia” se encuentra detenida en la Alcaidía Penitenciaria La Plata III, era la jefa del del Grupo de Asistencia y Seguimiento (GAYS) de la Unidad Nº 23, que es un equipo interdisciplinario pero que también interviene en situaciones extremas, como la ocurrida el miércoles 22 de abril pasado cuando los internos se rebelaron ante la falta de medidas de higiene y prevención en el marco de la emergencia sanitaria por el avance del coronavirus.

El juez de garantías Adrián Villagra dictó en esta semana el procesamiento con prisión preventiva y señaló en el expediente que la acusada, “utilizando un arma de fuego del tipo escopeta provista por la repartición, logró posicionarse entre el puesto 3 y 2 del muro perimetral carcelario, efectuó tres disparos con munición de guerra (cartucho multipropósito con postas de plomo) hacia donde se encontraban los internos, impactando los tres en la humanidad de Federico Rey”.

Qué dice el protocolo de la cárcel

La actuación de las fuerzas de seguridad en la cárcel no está dejada al azar. Existe un protocolo que se debe respetar. En ese caso, las postas de guerra son de color rojo, las antidisturbios blancas o transparentes y las de estruendo azules o celestes. Según el protocolo de seguridad, las escopetas sólo se cargan con cinco cartuchos antitumulto y uno de estruendo. Las de plomo están reservadas únicamente para un ataque desde afuera.

Los testimonios recogidos por la investigación judicial en la que no sólo declaran presos, sino también compañeras y compañeros de Heidenreich, permitirían sostener a la Justicia que podría haber tirado a matar.

Los tres impactos de bala que presentaba el cuerpo de la víctima estaban de la cintura para arriba: uno en el parietal derecho, otro en el cuello y el tercero en el hemitórax derecho, “a 20 centímetros de la línea media y a 18 por debajo de la axila sobre la línea axilar anterior”, según el detalle del informe médico forense.

Los testimonios de los detenidos son casi todos coincidentes: “Fue la señora rubia y gorda”, aseguraron. Por ejemplo, Sebastián M, un preso que estaba alojado en el pabellón 5, recordó que se encontraba en el patio y vio que “desde el muro que da a la altura de la parte de atrás del pabellón 6 había un pelado, con canas al costado, que tiró con una escopeta y también una señora, gorda y rubia que tiraba con otra escopeta”.

La oficial J.F. -una de las encargadas de la Ayudantía de la Dirección del Penal- declaró que Heidenreich “tiró sin orden de un superior”. “Nunca se tira desde el muro. Además, la señora fue jefa de movimiento de la guardia de Seguridad Exterior de la Unidad 45 de Melchor Romero. Ella si tiene conocimiento y si le pudo sacar el seguro y disparar. Estuvo durante casi toda su carrera en la guardia y sabe de armas, a diferencia del personal administrativo que nunca estuvo trabajando en la guardia”, explicó.

Una de cal y otra de arena

Como consignó este medio, fue una guardiacarcel la que reveló el sistema utilizo en esta represión y que fue clave para comenzar a revelar la verdad. Esa suboficial, a la que identificamos como GS aseguró que ella sí estuvo al lado de la “señora rubia” y que incluso intentó frenarla. “Yo miré a esta oficial Daniela, la jefa del GAYS, que estaba ahí, como un metro y medio a dos metros de distancia, y vi que en el piso donde estaba ella había cartuchos de color rojo. Le pregunté con qué tiraste y no me contestó. Ahí vi al interno que empezaba a desvanecerse, como que se desmayó, como que se acomodó para sentarse y se acostó… Esos cartuchos rojos los levanté. Después llamé a la guardia y avisé que había un interno desmayado en el techo del Pabellón, creo que era el 6, y que estaban disparando con posta de guerra, por los cartuchos rojos, y que yo los tenía. Le dije a Daniela con qué tiraste y le pregunté le distes, ya que ahí cuando escuché ese ruido fuerte es cuando vi que este interno se sentó y se acostó.

Esta señora Daniela no contestó nunca y siguió tirando, como dije, por lo menos tres veces.

Nunca las escopetas se cargan con cartuchos de guerra, jamás; están ahí ante un caso muy extremo como que vengan de la calle a rescatar a un interno, que sería una locura”, relató.

Otra oficial del Servicio Penitenciario declaró “Ella tenía la escopeta apoyada sobre el cajón, así le decimos a la pared del muro, apuntando hacia donde están los pabellones y de lo que sería la recámara vi el cartucho de color rojo, que significa posta de guerra o propósito general, y ahí le dije pará, pará, le estás tirando con posta de guerra y le dije saca eso, por los cartuchos rojos y ella no me dijo nada”.

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