La Cámpora amenaza con internas, pero en el distrito de Mussi aseguran que en Berazategui ya le ganaron a la ex presidenta en 2005. No descartan que el intendente encabece la lista si el clima político se complica.
El terremoto político que provocó el desdoblamiento de las elecciones en la provincia de Buenos Aires tiene ecos fuertes en el sur del Conurbano. Mientras Cristina Fernández de Kirchner evalúa encabezar la boleta seccional en la Tercera, en Berazategui aseguran que el caudillo local, Juan José Mussi, no se amedrenta: “Acá ya le ganamos”, dicen cerca del intendente.
La frase hace referencia a las legislativas de 2005, cuando Hilda “Chiche” Duhalde venció a la entonces primera candidata a diputada nacional, Cristina Kirchner, y uno de los pocos distritos donde eso ocurrió fue justamente Berazategui. «Fue el único municipio de la Tercera donde Chiche le ganó a Cristina», recuerdan con énfasis desde el musismo.
El nuevo escenario, tras la decisión de Axel Kicillof de separar las elecciones bonaerenses del cronograma nacional, agitó la interna del peronismo. En algunos distritos clave —como Avellaneda, Quilmes y Lanús—, ya se proyecta una guerra sin cuartel entre intendentes históricos y La Cámpora, que amenaza con presentar listas propias. En ese contexto, hay jefes comunales que ya analizan encabezar sus boletas locales para evitar sorpresas.
En Berazategui, sin embargo, la situación parece distinta. Pese a que la concejal camporista Macarena Quintero se desmarcó del bloque oficialista en algunas votaciones, fuentes cercanas al municipio relativizan la posibilidad de un conflicto de alto voltaje con el kirchnerismo. «La Cámpora se mueve lejos de Mussi. No hay clima para una interna frontal», deslizan.
Aún así, nadie descarta nada. Algunos actores del peronismo local ya comenzaron a evaluar escenarios posibles si Cristina finalmente decide jugar en la Tercera. Uno de ellos es que Juan José Mussi, con una imagen consolidada y peso territorial propio, encabece una lista seccional o local para blindar su distrito ante eventuales embestidas del cristinismo más duro.
“Si es necesario, Mussi puede jugar”, repiten desde su entorno, mientras recuerdan que Berazategui nunca fue un bastión camporista. Y remarcan que, pese a los años, el intendente conserva intacto su control territorial, con fuerte respaldo de gremios, clubes de barrio y organizaciones sociales.
El desafío está planteado. Con un peronismo bonaerense cada vez más fragmentado y un kirchnerismo que redobla la presión, los intendentes analizan estrategias para resistir. En Berazategui, la historia pesa. Y Mussi, más que nadie, lo sabe.