Vidal apuesta a los militares para combatir la inseguridad. La intención de la gobernadora es clara: apuntar al corazón de las zonas calientes del Conurbano que son amenazadas por los robos constantes y el narcotráfico. Así, al desembarco de la Federal, la Gendarmería, la Policía Aeroportuaria y la Prefectura podrían sumarse, en los próximos meses, los efectivos de las Fuerzas Armadas.
La seguridad en las calles de la Provincia pareciera estar en jaque: policías mal preparados, comisarios acusados de corrupción, zonas liberadas y cárceles superpobladas. Pero hay más. La inseguridad y el narcotráfico aparecen como las principales preocupaciones de los bonaerenses, muy por encima del desempleo y la inflación.
Ante este panorama desolador, la gobernadora María Eugenia Vidal encargó a su ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, que acelere las negociaciones con el Ministerio de Defensa de la Nación para el envío de vehículos blindados, equipos de comunicación, helicópteros y aviones que permitan reforzar a la Bonaerense.
La intención de Vidal es clara: apuntar al corazón de las zonas calientes del Conurbano que son amenazadas por la inseguridad y el narcotráfico. Así, al desembarco de la Federal, la Gendarmería, la Policía Aeroportuaria y la Prefectura podrían sumarse, en los próximos meses, los efectivos de las Fuerzas Armadas.
El plan consiste en que tanto el Ejército como la Fuerza Aérea realicen tareas de apoyo logístico a los efectivos policiales que combaten la delincuencia, pues la ley de Seguridad Interior prohíbe a las fuerzas especiales intervenir en la seguridad interior y tener un rol operativo en el combate contra el narcotráfico.
Desde el círculo de Vidal deslizaron la idea de sumar militares a los patrullajes e, incluso, implementar retenes conjuntos entre éstos y la Policía en los puestos de control. Aunque, reconocen, “es un hilo muy fino y discutible”.
Los recursos cada vez más poderosos con los que cuenta la delincuencia, en especial el narcotráfico, obligaron al Gobierno bonaerense a replantearse el uso del uniforme verde y las armas largas. Semanas atrás, el presidente Mauricio Macri anunció el envío de 6200 agentes federales a la tierra de Vidal como parte de su plan contra la escalada delictiva.
Mientras Cambiemos se esfuerza por militarizar la Provincia, según un estudio el Centro de Investigaciones Sociales de la Fundación UADE, el 79 por ciento de los argentinos sigue sin confiar en las fuerzas de seguridad.
Fuerzas Federales en la Provincia: cuánto recibe cada municipio
Días atrás, el acuerdo entre María Eugenia Vidal, Mauricio Macri y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, derivó en la llegada de 6360 agentes a la provincia más populosa del país: del total asignado, 3600 son gendarmes, 1350 policías federales, 1260 prefectos y 150 policías aeroportuarios.
Según trascendió, la mayor cantidad de agentes fueron a Mar del Plata, con 330 uniformados. Mientras que el segundo escalón, con 300 efectivos, lo ocupan San Martín, Tres de Febrero, La Matanza, Lomas de Zamora, Quilmes, Lanús y La Plata.
El tercer puesto del podio es para San Miguel, Pilar, Merlo, Moreno, Almirante Brown, Florencio Varela, Avellaneda, Vicente López y Morón, que recibirán, a la brevedad, 240 efectivos. Por su parte, San Isidro tendrá a 180 y Malvinas Argentinas, José C. Paz, Ezeiza, Berazategui, Esteban Echeverría, Tigre y Escobar albergarán a 150 agentes.
En los últimos lugares se ubican Hurlingham, Ituzaingó, Presidente Perón y San Fernando con 90 agentes. Mientras que General Rodríguez, Campana y Zárate recibirán 60 cada uno.
«Estamos lejísimos de los estándares de seguridad que quiere Vidal”
El ministro de Seguridad bonaerense, Cristián Ritondo, admitió que en la provincia están «lejísimos de los estándares de seguridad» que quiere la gobernadora María Eugenia Vidal, aunque destacó que «en algunas cosas se ha mejorado».
«Estamos lejísimos de los estándares de seguridad que quiere la gobernadora en la Provincia y que el presidente (Mauricio Macri) quiere para el narcotráfico», subrayó el funcionario provincial, quien completó que «se ha mejorado un poquito, pero eso no quiere decir que esté bien: estamos muy lejos».
