En una de las cuadras más conflictivas de Ingeniero Allan de Florencio Varela, ubicada entre las calles 1143, 1130 y 1128, la situación se descontroló. Los vecinos del barrio, hartos y atemorizados, denunciaron la presencia de tres hombres armados que, en plena calle, no solo se dedican a la venta de drogas, sino que también amenazan con armas a cualquier persona que se cruce en su camino.
«Es un desastre», expresó uno de los vecinos en diálogo con Infosur, visiblemente preocupado por la situación. El miedo se siente en el aire y las calles, que alguna vez fueron tranquilas, ahora se convirtieron en un verdadero campo de batalla. Los tres hombres, que fueron identificados por los residentes pero aún no detenidos, parecen moverse con total impunidad por la zona, provocando temor entre los habitantes.
Lo que más indigna a los vecinos es la sensación de abandono por parte de las autoridades, quienes hasta el momento no lograron frenar la ola de violencia que azota la cuadra. El problema, según los testimonios, se intensificaron en las últimas semanas, tras la muerte de un hombre y las heridas sufridas por otro en un ataque armado ocurrido hace apenas dos semanas. El temor a ser la siguiente víctima se palpa en cada rincón del vecindario.
“La gente no puede salir tranquila. El miedo es tal que ni siquiera los chicos pueden jugar en la vereda”, relató otro vecino, visiblemente alterado. La calle 1143, conocida como «la sede» en la localidad de Ingeniero Allan, se conirtió en un territorio marcado por la violencia y el narcotráfico, sin que nadie ponga fin a la creciente preocupación.
Los residentes se organizaron en pequeños grupos para intentar protegerse, pero la sensación de desamparo persiste. Las patrullas policiales estuvieron ausentes en la zona, lo que aumentó la desesperación de quienes viven allí.
Este clima de inseguridad lleva a los vecinos a exigir respuestas inmediatas a las autoridades locales. Mientras tanto, la tensión sigue creciendo en una cuadra que pide a gritos una solución urgente.
El problema no es solo una cuestión de seguridad, sino de supervivencia en un barrio que clama por ser escuchado. ¿Hasta cuándo continuarán siendo víctimas del narcotráfico y la violencia armada? La comunidad de Ingeniero Allan necesita respuestas.