Los Galleguillo forman parte de esa estirpe muy varelense: la adversidad no suele arrodillarlos, están acostumbrados a hacerles frente, saltar los obstáculos y seguir con la frente alta siempre adelante. Aunque muchas veces se empecine en creer lo contrario,los habitantes de Florencio Varela tienen esa característica inigualable.
A pesar de sus cortos 18 años, Sergio Galleguillo, lo sabe y lo entiende. El y su familia han tenido que sortear muchas dificultades y suelen salir a flote. Y el termino nunca estuvo tan bien utilizado.
Una cadena de grandes gestos permitió que Sebastián Galleguillo concrete un sueño que parecía imposible: tener su propia pileta. Sus padres la construyeron con mucho amor y esfuerzo en el barrio La Capilla, de Florencio Varela. Pero no es una pileta cualquiera: la construyeron a mano con maderas, chapas, nylon y una lona gigante. Y hasta armaron una caldera para calentar el agua.
“Después de 77 días de trabajos físicos necesitaba meterme en el agua. Lo único que quería era nadar, por más que esté fría”, le dijo Galleguillo al sitio Paradeportes. Sebastián, nadador sordo de 18 años, participó a comienzo de año del Campus organizado por la Confederación Argentina Deportiva de Sordos (CADES).
“Durante la cuarentena descansó e hizo artesanías. Pero un día nos dijo que quería nadar. Entonces nos propusimos armar una pileta”, relató Edmundo, el papá de Sebastián, un hombre habilidoso como pocos. Primero, eligieron el lugar: el fondo de la casa, donde el sol pega más fuerte. Luego, lo más complicado: armarla con escasos recursos económicos.
Entonces, manos a la obra. Con troncos de álamos, maderas atravesadas, chapas, nylon y portones viejos que consiguieron y acercaron los vecinos armaron la pileta que tiene 12,5 metros largo, 2 de ancho y uno de profundidad.
Otro tema fue el agua. Así fue que tras llenar la piscina con agua de bomba se fabricó una especie de caldera con una serpentina de caño de cobre de tres cuartos por 15 metros con entrada y salida de agua: entra fría y sale caliente.
También, cuando se conoció la historia, hubo otro acto bondadoso. Un grupo de atletas de triatlón le hicieron llegar dos trajes de baño de neoprene. Final feliz.
Sebastián Galleguillo nada desde que tiene 10 años, pero a los 13 dio el salto de calidad en el Polideportivo Municipal La Patriada de la mano de su entrenador, Guillermo Nobre. Así, entonces, llegaron las alegrías: campeón bonaerense en natación adaptada y en los Juegos Nacionales Evita. También participó en aguas abiertas en Chascomús en 500 y 700 metros, donde también quedó primero. Desde 2018 compite a nivel federado, siempre con muy buenos resultados.
“Un día me avisaron que había un chico sordo que tenía buenas marcas. Fui al Campeonato Argentino, lo comprobé y enseguida me contacté con él y su entrenador. Fue un gran primer paso”, recuerda Marcela Belviso, Técnica Nacional de Natación de CADES.
Sebastián Galleguillo fue uno de los siete nadadores que participó del Campus que se realizó en marzo de este año. “Es un chico humilde, sumamente motivado y que quiere progresar. Es un diamante en bruto, sin dudas”, agrega Belviso, impulsora del Campus que tiene como objetivo darle mayor profesionalismo a los atletas.
“Mi sueño es participar en las Sordolimpiadas y representar a la Argentina”, dice Sebastián, un diamante en bruto que ya puede nadar en la pileta que tiene en el fondo de su casa y mira el futuro con alegría infinita.