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Vivir con los muertos, la dramática postal del coronavirus en Ecuador

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Coffins are transported into a cemetery on trucks, in Guayaquil, Ecuador on April 1, 2020. - Residents of Guayaquil, in Ecuador's southwest, express outrage over the way the government has responded to the numerous deaths related to the novel coronavirus, COVID-19, saying there are many more deaths than are being reported and that bodies are being left in homes for days without being picked up. Ecuador marked its highest daily increase in deaths and new cases of coronavirus on Sunday, with the total reaching 14 dead and 789 infected, authorities had said. (Photo by Marcos Pin / AFP)

Rosa se quedó con el cuerpo de su esposo en casa por un día antes de lograr que lo retiraran. En las calles también los cadáveres esperan. La pandemia trastocó el trato a los muertos en Guayaquil, alimentando la sensación de horror en la ciudad más poblada de Ecuador.

Con un tono dramático y desde un lugar no identificado, el presidente de Ecuador, Lenin Moreno, ordenó en cadena nacional que «se transparente la información, por dolorosa que sea», advirtió que el coronavirus podría provocar entre 2.500 y 3.500 muertos en Guayas, la provincia epicentro de la pandemia, y extendió hasta el 12 de abril las restricciones laborales.

Ecuador se convirtió rápidamente en el país con mayor tasa de infectados y muertos en Sudamérica, con 120 fallecidos -22 solo en las últimas horas-, 3.302 casos confirmados, según el Ministerio de Salud.

Los casos y los decesos crecían de manera frenética, especialmente en Guayaquil, la ciudad más rica del país y la capital de Guayas, donde los hospitales ya no tienen camas y las morgues no alcanzan para albergar cuerpos que esperan días en las casas, calles, camiones, hospitales, clínicas privadas y, a partir de ayer y por orden de las autoridades, en cementerios privados, indicó el diario El Expreso.

“He dispuesto que por todos los mecanismos posibles se transparente la información, por más dolorosa que sea. Hay que decir la verdad. Sabemos que los números de contagios y fallecidos de los registros oficiales se quedan cortos, la realidad supera el número de pruebas y la velocidad con la que se presta atención”, aseguró Moreno, según el diario La Hora.

Hace días que no se sabe dónde está físicamente el presidente, un hombre que 67 años, con una salud frágil y un liderazgo político aún más delicado, después de la explosión de protestas opositoras masivas del año pasado.

Recluido en un lugar desconocido y presionado por los rumores de que no está a cargo de la gestión de la crisis, Moreno apareció hoy en una cadena nacional en la que pidió «más transparencia» y anunció que extenderá hasta el 12 de abril la suspensión de las actividades comerciales y productivas -excepto las esenciales- y algunas medidas de restricción de movimiento, como el toque de queda de parte de la tarde y toda la noche, que debían terminar este domingo.

«Se mantiene la prohibición de circulación de personas naturales entre provincias todo el mes de abril», agregó el gobernante y aseguró la vigencia de los permisos y salvoconductos para garantizar los servicios básicos y esenciales.

Ecuador reportó su primer caso de coronavirus el 29 de febrero y solo le tomó dos semanas al gobierno de Moreno declarar el estado de excepción.

Pero, pese a las medidas tempranas, Moreno dejó mucho librado a la decisión de los gobernadores y alcaldes.

La diferente curva de contagio entre Pichincha y Guayas demuestra el distinto impacto que tuvieron las medidas más estrictas en Quito que la laxitud de Guayaquil, donde continuaron los eventos masivos aún cuando el brote ya era público.

Hoy, el gobernador de Guayas, Pedro Pablo Duart, le pidió al Comité de Operaciones de Emergencia Nacional que declare un toque de queda total, es decir, durante las 24 horas, para toda la provincia.

Sin embargo, el organismo se negó, según la ministra de Gobierno, María Paula Romo, quien volvió a llamar a todos a la calma y mantenerse en casa.

Sin embargo, sus palabras no surtieron ningún efecto en Guayaquil donde el miedo, la angustia y los rumores parecen gobernar.

«La gente está desesperada por comprar. Los comerciantes se aprovechan de la situación y por los rumores del toque de queda que se darán en las próximas horas», comentó Jesús Pérez, un habitante del barrio donde se encuentra uno de los mercados populares más grandes de la ciudad, según El Expreso.

Además, familiares y amigos siguen recorriendo las calles, los hospitales y clínicas para saber qué harán con el cuerpo de sus seres queridos.

Muchos de ellos denunciaron que las ayudas anunciadas por el gobierno nacional y por las autoridades locales no llegan.

Las morgues están colapsadas hace días y la alcalde, Cynthia Viteri, quien está contagiada y en cuarentena, anunció que por ahora solo llegó uno de los cuatro camiones frigoríficos que mantendrán guardados los cuerpos hasta que se pueda procesarlos y enterrarlos.

Ayer, una larga procesión de camionetas destartaladas llevaron en sus cajas decenas de féretros a través de la ciudad hasta tres cementerios privados, designados por las autoridades para guardar temporalmente cuerpos de víctimas del coronavirus.

Los velorios están prohibidos y el gobierno ya mandó a construir un cementerio especial para todos aquellos que fallezcan por la pandemia.

La pandemia no solo confirmó la fragilidad política que ya sufría el gobierno nacional de Moreno, sino que dejó al desnudo el débil sistema de salud público que el mandatario había achicado recientemente como parte de un acuerdo de austeridad firmado con el Fondo Monetario Internacional.

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