Marina Lemes, de 28 años de edad, madre de 2 hijos, trabaja desde el 18 de mayo de 2016 en la Unidad 31, cuyo Director es Alberto O. Saravia. Marina en sus principios comenzó a cumplir funciones en la oficina de personal, luego pasó a trabajar de radio operadora, y por ultimo por su amor a las cuestiones del orden asegurativo, paso a desempeñarse en la Guardia de Seguridad Exterior de la Unidad.
Ya desde entonces, en ese lugar donde se ejercen netamente tareas asegurativas, comenzó a manipular los armamentos y ejercer trabajos de custodia de internos.
Su conocimiento y amor por las armas la impulsaron a inscribirse en el curso de capacitación de encargados de sala de armas que dictó la Dirección General de Seguridad a cargo de Juan Carlos Vaccaro, en mayo del corriente año y desde entonces es la responsable de todo el armamento, municiones y demás instrumentos de seguridad del penal; tarea que desarrolla diariamente con notable compromiso, vocación, responsabilidad y dedicación.
Pero no se quedó “quieta” trabajando en esta nueva y difícil función, sus deseos de superarse a nivel personal y adquirir mayores y mejores conocimientos y herramientas formativas, superadoras, la impulsaron a realizar los trámites pertinentes y las pruebas de rigor, que promueve la Dirección de Seguridad y Logística, el área de carnet y registros oficiales, logrando de igual forma obtener el carnet del DAEO (Dirección Provincial de Automotores y Embarcaciones Oficiales), el pasado 15 de noviembre de 2019. Con lo cual a partir de entonces queda formalmente habilitada para conducir cualquier tipo de vehículo oficial de la institución que trasladan a los detenidos que se alojan en los establecimientos carcelarios.
Transformándose así en la primera mujer guardia cárcel que cumple estas difíciles funciones dentro de la institución que habitual y asiduamente las realizaron los hombres.
Sin dudas es un avance en la inclusión y participación conjunta de todos los funcionarios del Servicio Penitenciario Bonaerense que trabajan en un mismo norte. Estas mujeres impulsan una dinámica pujante hacia mayor paridad en las condiciones de trabajo con los hombres; mientras que el desiderátum de una vocación social y maternal las aproximaba a otros oficios de impronta femenina, el trabajo en la calle dio lugar a la búsqueda de igualaciones laborales, luchas por los cargos de mando en las fuerzas y por la aceptación entre sus pares; las disputas por el reconocimiento profesional y el honor de las agentes mujeres les marca el camino vocacional a seguir de penitenciaria femenina que se ocupa también de los más débiles, buscando igualar las condiciones de trabajo con los hombres, poseedoras asimismo de las regiones más sagradas del mériter penitenciario, la “vocación de servicio”, expresada en una cadena de “sacrificios” que moviliza valores que estructuran jerarquías, prestigios y condiciones de ascenso institucional.
En el SPB, la implementación de políticas de género es uno de los ejes fundamentales del proceso de modernización de la fuerza, que requiere del sostenimiento de políticas activas para la transformación institucional,acompañada por debates, espacios de reflexión y la construcción de discursos que dinamizan un amplio cambio cultural; la inclusión de la transversalidad de género en el ámbito de la defensa, produciendo las condiciones normativas y materiales para garantizar la integración igualitaria de la mujer en una institución que tradicionalmente fue pensada como un espacio social masculino; ello implica entonces avanzar en la consolidación de nuevos paradigmas sobre la Fuerza de Seguridad.