La historia de una mamá coraje: busca trabajo y pide que le paguen con útiles escolares

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En el corazón del barrio Las Margaritas de Florencio Varela, entre calles de historias entrelazadas, vive Mariela Sabrina Trobia, una mujer de 42 años que, como tantos, anhela para sus tres hijos un futuro lleno de oportunidades. Su relato es el testimonio de una lucha férrea contra las adversidades, una narrativa de valentía y esperanza que se despliega en el tejido social de Florencio Varela. La historia de una mamá coraje.

Mariela no es solo una vecina más; es el reflejo de la resiliencia ante los golpes de la vida. En las últimas horas, su historia tomó un giro inesperado cuando, a través de las redes sociales, se ofreció para realizar tareas de limpieza a cambio de útiles escolares. Su deseo es simple pero profundo: quiere que sus tres hijos, a pesar de las dificultades, encuentren en la educación el camino hacia un futuro mejor.

Sin embargo, la realidad que enfrenta Mariela se tornó aún más compleja. El posteo que había compartido en el reconocido grupo de Facebook «Reclamos Varelenses» tuvo que ser eliminado debido a propuestas indecentes que le llegaban por privado, sumando una capa más a las dificultades que enfrenta esta madre luchadora.

Mamá coraje

Por eso, mientras muchos se preparan para las compras escolares tratando de ganarle a la inflación, Mariela, que está desocupada no encuentra otra forma de darle a sus hijos lo que merecen. Y ofrece su trabajo a cambio de útiles escolares y guardapolvo.

Su historia es un testimonio de superación. Hace algunos años, Mariela se vio obligada a vivir en situación de calle debido a ser víctima de violencia de género. Sin embargo, cuando la ayuda económica del Plan Ellas Hacen llegó a su vida, ella decidió convertir cada obstáculo en una oportunidad de crecimiento. Se capacitó incansablemente: terminó el secundario, realizó cursos de plomería, manipulación de alimentos y cuidado de adultos mayores, buscando siempre la llave para acceder a un trabajo digno.

«Una madre no se puede rendir jamás, aunque su alma esté desecha», confiesa Mariela a Infosur. Sus palabras reflejan la fortaleza de quien, a pesar de los golpes, no deja que la esperanza se apague. El menor de sus hijos, de apenas siete años, está recuperándose de una leucemia tras una batalla ardua, mientras que su hija mayor, de 16, y el del medio, de doce, miran hacia adelante con la misma determinación que su madre.

El desesperado pedido de Mariela

Mariela busca, ante todo, que sus hijos no falten a la escuela, que puedan construir un camino educativo que ella misma no pudo transitar en su totalidad. «Aunque no se crea, por mi edad ya soy vieja y me cuesta conseguir trabajo», confiesa con sinceridad, revelando las barreras que aún enfrenta en su camino.

Su historia, tejida con lágrimas y sonrisas, es un llamado a la solidaridad y a la construcción de una red comunitaria que permita a Mariela y a tantos otros luchadores anónimos construir un futuro más promisorio. La travesía no ha sido fácil, pero la esperanza y la fe en un mañana mejor son motores que impulsan a Mariela a seguir adelante, desafiando las circunstancias con la convicción de que, juntos, se pueden superar los desafíos que la vida les presenta.

En las calles de Las Margaritas, donde cada historia es una pieza única del mosaico comunitario, Mariela Sabrina Trobia frece limpiar, barrer, cocinar, trabajar para recibir como parte de pago guardapolvo, mochila y útiles escolares porque sabe que con educación el futuro siempre aparece como mejor.

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