Entregan a su familia los restos de un obrero correntino fusilado en Florencio Varela por la dictadura militar

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En un emotivo y trascendental acto de justicia histórica, los restos de Rubén Amaro González, obrero correntino víctima de la dictadura cívico-militar en Argentina, finalmente serán entregados a su familia. Tras décadas de incertidumbre y dolor, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) llevó a cabo la identificación y recuperación de los restos de González, cuyo trágico destino se mantuvo en la memoria colectiva como un símbolo de los horrores de aquel oscuro período de la historia argentina.

Rubén Amaro González, un joven de origen humilde nacido en el paraje rural Timbocito, cerca de Mercedes, Corrientes, encontró su camino en la gran ciudad de Buenos Aires en busca de mejores oportunidades. Con tan solo 18 años, decidió trasladarse a Florencio Varela para trabajar en Cristalux, una fábrica dedicada a la producción de vasos plásticos en Avellaneda. Su labor no solo consistía en el control de la maquinaria que daba forma a los vasos de plástico, sino que también tejía lazos de solidaridad entre sus compañeros de trabajo.

Tras meses de esfuerzo y sacrificio, la vida de González tomó un giro trágico el 30 de diciembre de 1976. En el Cruce Florencio Varela, cuando regresaba a su hogar después de su jornada laboral, fue interceptado por un retén de la Policía Bonaerense. Sin piedad, fue fusilado y su cuerpo abandonado en una zona conocida por ser utilizado por las fuerzas de seguridad de la dictadura para ejecuciones y desapariciones forzadas. Fue un acto de brutalidad que dejó una herida indeleble en su familia y en la conciencia colectiva del país.

El activista Pablo Vassel y hermanas de la víctima eGonzález en el anuncio realizado en abril sobre la identificación de los restos.

La brutalidad del crimen de González

El informe médico que detalló las heridas sufridas por González reveló la crudeza de su asesinato. Impactos de bala múltiples, lesiones en la caja craneana y la pérdida de masa encefálica, elementos que confirmaron la inmediatez de su muerte, como si hubiera sido arrebatada en un instante por la brutalidad de la represión. Los restos de González fueron inhumados como «NN» en el cementerio municipal de Avellaneda, un triste destino compartido por tantas otras víctimas de la dictadura. González forma parte del listado de detenidos desaparecidos de Florencio Varela que reconstruyó la Dirección de Derechos Humanos a cargo de Guillermo Ñañez.

Años después, la lucha incansable por la verdad y la justicia permitió que la familia de Rubén Amaro González encontrara un logro de paz. Gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense y al cruzamiento de datos genéticos con las muestras de sangre proporcionadas por sus hermanas, se logró finalmente identificar los restos del joven obrero. Si bien el tiempo había deteriorado gran parte de su cuerpo, el cúbito derecho y el peroné izquierdo fueron recuperados, reuniendo fragmentos de un pasado que nunca debería haber sido silenciado.

La emotiva ceremonia de entrega de los restos, se llevará a cabo este viernes en Buenos Aires, y es un recordatorio de la fortaleza de la memoria y la perseverancia de quienes luchan por la verdad. Representantes de la familia González, junto con el abogado y activista por los Derechos Humanos, Pablo Vassel, recibirán la urna que contiene los fragmentos de Rubén Amaro González. Su legado y su sacrificio resonaron en las palabras de quienes lo recordaron como un joven solidario y valiente, que buscaba un futuro mejor y contribuía a la lucha por los derechos de los trabajadores.

El destino final de Rubén Amaro González será regresar a su tierra natal, a la ciudad correntina de Mercedes, donde su familia y seres queridos le darán un sepelio íntimo y lleno de significado. En un viaje de 680 kilómetros desde Buenos Aires, sus restos descansarán finalmente en el cementerio de esa ciudad, aportando un cierre a una historia de sufrimiento y dolor, pero también un renuevo de esperanza y memoria.

La resolución que permitió este emotivo acto de justicia lleva las firmas de los jueces de Cámara Leopoldo Bruglia, Mariano Llorens, Martín Irurzun, Pablo Bertuzzi, Roberto José Boico y Eduardo Guillermo Farah. En su conjunto, su decisión marca un paso crucial en el camino hacia la verdad y la reparación, no solo para la familia González, sino para toda una nación que enfrenta su pasado con el compromiso de construir un futuro más justo y humano.

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