¡Que se vengan los chicos! Así arrancó la vacunación pediátrica contra el coronavirus en Varela

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Parece un cumpleaños, pero no lo es. Los centros vacunatorios de Florencio Varela se vistieron de fiesta para recibir a niños y niñas de 3 a 11 años. Es que este jueves comenzó con globos, guirnaldas, chupetines, pelucas y moños luminosos la vacunación de esa franja etaria en el distrito para facilitar la inmunización que reporta un beneficio social para la reducción de la circulación del virus.

La inoculación en este grupo etario será con dos dosis de la vacuna Sinopharm, tras la aprobación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), con previa inscripción y deberán contar con una autorización de sus padres o tutores.

Para dar comienzo a esta nueva etapa del plan estratégico se distribuyeron 2.006.300 dosis de vacuna Sinopharm y hay 9 millones de dosis en stock exclusivamente destinadas a garantizar la vacunación pediátrica en todo el país.

El vacunatorio de UNAJ, se vistió con globos, guirnaldas y corazones pegados en las paredes. Algunos vacunadores llevaban puesto pelucas y otros moños luminosos.

Desde muy temprano empezaron a llegar los primeros citados acompañados de sus padres y formaron fila sobre la avenida Calchaquí. De la mano, entraron al predio y los recibió el primer colaborador. ¿Cómo estás?, le preguntó a Aneke. “Nerviosa”, respondió la niña.

Previa inoculación, le explicaban a niños, niñas y acompañantes los síntomas que podían llegar a presentarse luego de recibir la vacuna.

«Prometo que no duele nada, hay que tener relajado el brazo así no les molesta después», dijo un vacunador al grupo, y enfatizó que «el que se porta bien se lleva premio».

Es así que después de cada grupo inoculado se festejaba con aplausos y se entregaban globos, caramelos y chupetines.

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Mariel Batalla está con sus dos hijos, Rodrigo y Victoria, de 5 y 9 años respectivamente.

Pediatra de profesión, dijo que «muchos papás dudaron de anotar a los chicos, pero lo recomendable es vacunarse para llegar a la inmunidad de rebaño».

Su hija Victoria dijo estar «muy contenta».

Más tarde, mientras Rodrigo esperaba la vacuna con cara de pánico, su hermana lo motivaba y le daba seguridad mientras esperaba su turno.

Esperando afuera del vacunatorio, Maira Barroca estaba con su hijo Noah, «tiene seis años pero ya va a cumplir siete», dijo.

«No estoy nervioso», dijo el niño, y agregó que no iba a llorar.

Con respecto a la vacunación pediátrica, la mujer enfatizó que «es algo que le da tranquilidad a todos».

Sacándose la foto en el cartel de vacunados está Pablo Migliano con sus hijos Renata, Joaquina y Felipe, de 4, 7 y 11 años.

«Los anoté de inmediato luego de hablar con la pediatra. Es lo que estaba esperando», contó Migliano.

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Felipe se contagió de Covid en el colegio, «el único de la familia, pero fue angustiante», dijo el hombre emocionado, que ya había llevado a sus hijos meses para que vieran cómo lo vacunaban a él y perdieran el miedo.

Dentro del vacunatorio, en el sector de posvacunación, Verónica Vigliaria acompañó a su hija Sofía, de 8 años, quien lloraba porque «venía con chucho», según su madre.

«Me dolió más o menos» dijo Sofía mientras sostenía a Juanita, su perra de peluche.

Su abuela, tíos y primos tuvieron coronavirus pero «fue leve», dijo Vigliaria, y remarcó que «las vacunas son fundamentales para poder ver a otra gente, disfrutar de la vida y no estar con miedo».

También esperaba Cecilio Luis Pane, con sus hijas Isabela y Angela de 4 y 9 años y su esposa, que es médica.

«Nos habíamos informado, así que las anotamos, ya que hemos tenido compañeros de trabajo que enfermaron», indicó Pane, aunque remarcó que «cuando era una cuestión de adultos y había que compartir la convicción que uno tiene sobre las vacunas con compañeros de trabajo o familia, se discutía y charlaba más sobre el tema.

Pero no solo en En el Centro de inmunización de La Rural, en CABA, la inscripción es solo para niños y niñas con comorbilidades.

Sentada en las escaleras del ingreso al vacunatorio de la avenida Santa Fe se encontraba María Verónica con su hijo Dante, de 3 años.

«Dante tiene autismo y es difícil mantener los cuidados con él, como el uso del barbijo», dijo la madre.

Verónica es microbióloga y sostiene que «la mala información genera miedo en la gente, pero muchas enfermedades se controlan por medio de las vacunas».

En este sentido, consideró que «siempre apostamos a las vacunas, y esto es algo que esperábamos hace mucho tiempo».

En el área de posvacunación, por la avenida Sarmiento, salió Umma -de 6 años- acompañada de su papá Néstor Davila y su mamá, Analía Brótola.

Umma, quien sostiene un globo y un peluche al que ella llama «señor osito», tiene una cardiopatía y está operada del corazón.

«Para nosotros es muy importante que esté vacunada,así que es un gran día, además ella está contenta», remarcaron sus padres.

En dialogó con Télam dijeron que antes de que abrieran la inscripción consultaron con la cardióloga y la pediatra de Umma y ambas le dijeron que «podían vacunarla».

«Estuve mirando el reloj, a las 12 entré y la anoté», señaló efusivo Dávila, y sostuvo que «hay muchos lugares donde ella quiere ir y no puede, por eso le decimos que si se vacuna podría ir».

José Aníbal Pérez, del barrio de Villa Devoto, vacunó a su hijo Félix de 10 años.

«Félix es autista, no habla, le cuesta seguir órdenes, y vacunarse podía ser invasivo, pero lo trataron muy bien», indicó Perez, quien se infectó de Covid a principio de año y estuvo internado.

Por eso dijo que a su hijo «lo anotaron de inmediato» para vacunarse, junto a su hermana de 14 años.

La primera niña con comorbilidades vacunada contra el coronavirus en Mar del Plata, y en la provincia de Buenos Aires, según el Ministerio de Salud bonaerense, fue Lucía, de 5 años, que padece asma.

La niña recibió la primera dosis de la vacuna a las 8 de hoy en el CIC Malvinas Zona Norte, adonde asistió acompañada por sus padres, Soledad y Diego, y por su tío, Sebastián Bayer.

«Apenas habilitaron la turnera, mi hermana y su esposo la anotaron (a Lucía). Todos entendemos lo importante que es la vacuna y que todos estemos vacunados», dijo a Télam el tío de Lucía.

«Estaba muy entusiasmada cuando le llegó el turno, pero cuando llegamos al vacunatorio no quería vacunarse. Los padres le compraron golosinas y el vacunatorio tenía todo armado con dibujos que la distrajeron», agregó el tío.

Bayer destacó al personal de salud: «son muy profesionales, atentos y comprensivos. La aguja es muy finita, chiquita, imperceptible y no le dolió para nada».

Gianina Paladino, de 31 años, madre de Jaasiel de 7, contó a Télam que el niño «sufre de los bronquios, ya estuvo internado y no quiero que se enferme con ninguna variante del coronavirus».

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