Absolución para Elisa: “No más presas por defenderse”

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Hace un año y medio que Elisa se encuentra bajo prisión domiciliaria por un crimen que no cometió. Está acusada de homicidio agravado por el vínculo en grado de tentativa, causa que tramita ante el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N° 18 de la Capital Federal. Todo indica y así lo confirman sus abogados y varias organizaciones feministas y barriales que se trata de un caso en que la víctima se convierte en victimaria. “Cuando las mujeres no jugamos el papel de buena víctima, la justicia nos transforma en victimarias; cuando nos defendemos de quienes nos violentan sistemáticamente, somos las denunciadas. Este es el caso de muchísimas mujeres en nuestro país hoy, y particularmente el caso de Eli, a quien acompañamos organizaciones feministas y barriales”, dicen.

El 14 de febrero de 2020 fue el día en que Elisa dejó de callarse por miedo. Sin ánimo siquiera de lastimar, solo de frenar las violencias que venía (y viene) sufriendo hace años. Se la acusa de haberle arrojado una botella de combustible a su ex pareja para, supuestamente, intentar atentar contra su vida. La realidad de los hechos, sin embargo, señala que Elisa no tuvo ese objetivo ni antes, ni durante, ni después de lo ocurrido.

Los Dres. Paolo Zaniratto y Jonathan Cano, abogados defensores de Elisa, sostienen que “en ninguna instancia judicial se ha podido probar tanto la materialidad del hecho como la responsabilidad penal de nuestra defendida. La circunstancia demuestra que las pruebas en la causa son endebles y la mirada parcial de la justicia en primera instancia, desde donde la causa acumula irregularidades que debieron anular el proceso. Es por ello que en la etapa oral deberán salir a la luz y no habría otra solución más justa que la absolución de Elisa. El hecho de que hoy Elisa Molina se encuentre detenida, da cuenta de la injusticia que se está cometiendo con una persona no sólo inocente, sino víctima”.

En caso de ser declarada culpable podría significar una pena de hasta 20 años de prisión. Que Elisa Molina esté injustamente presa por 20 años implicaría además cuatro hijes sin su madre y a cargo de un progenitor violento. La investigación está repleta de pruebas contradictorias que arrojan un manto de sospecha sobre la idoneidad de las pruebas para imputar a Elisa en los hechos. El juicio oral se llevará a cabo los días 11 y 12 de agosto.

Además de sus abogados, el pedido de absolución para Elisa es acompañado por organizaciones feministas y del barrio de La Boca en el que ella reside. Estas organizaciones no sólo denuncian el carácter patriarcal de la justicia que encierra a una mujer que se defiende de las violencias machistas, sino también las condiciones de dicho encierro.

 Eli se encuentra con arresto domiciliario a cargo de sus cuatro hijes, sin posibilidad de tener salidas laborales o algún tipo de asistencia alimentaria por parte de los servicios penitenciarios. Su situación no se encuentra por fuera de la norma: de acuerdo a un relevamiento realizado en el año 2019 entre las organizaciones Atrapamuros, Limando Rejas, Asociación de Pensamiento Penal (APP) y la Rama de Liberades y Familiares del MTE, el 87% de las mujeres con arresto domiciliario están a cargo de familias monomarentales, con dificultades para acceder a salidas laborales, controles de salud y asistencia alimentaria para ellas y sus hijes. Incluso llevar a les niñes al colegio requiere de una autorización judicial, por lo que esto muchas veces queda a cargo de familiares y amigos, cuando es posible. Como sucede con Elisa, las redes barriales y las organizaciones sociales se vuelven un sostén fundamental para ellas.

En su caso particular, se suma la posibilidad de no poder asistir a su propio juicio. En contexto de pandemia, estas instancias históricamente presenciales se realizan de forma virtual. Eli no cuenta en su domicilio con una conexión a internet que le permita participar de las audiencias. Debido a su arresto, tampoco tiene la posibilidad de trasladarse, por lo que resolver esta cuestión queda en sus manos y en las de aquellas personas que la sostienen y acompañan.

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