Otro milagro de paz: emotivo apretón de manos entre ex combatientes de Malvinas argentinos e inglés en la UNAJ

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Ellos se miran cómplices y se “matan” de risa. Hace 37 años, si el destino los hubiese puesto frente a frente, de seguro se habrían “matado” pero a los tiros. Uno es un ex soldado inglés, los otros dos argentinos. Y ya no están en la guerra de Malvinas, sino en un nuevo “milagro de la paz” que provoca un histórico apretón de manos en el escenario del auditorio de la Universidad Nacional Arturo Jauretche.

David Jackson fue radiooperador de los Royal Marines en Malvinas. Gabriel Sagastume pasó la guerra en los alrededores de Monte Longdon y Rubén Otero tripulaba el Belgrano. En las últimas horas, los tres, estuvieron en un conversatorio en la Universidad de Florencio Varela de la que participaron docentes, nodocentes, estudiantes y público en general.

En diálogo con Infosur, Jackson, con la traducción de Otero, contó que es psicólogo que atiende veteranos de distintos conflictos. “Al volver, la nación entera estaba de fiesta patriótica. Yo soy de una pequeña ciudad rural. Me recibieron con festejos, banderas, trompetas. Me di media vuelta y manejé hasta un bar. Tomé un vodka, otro, otro. Conocí a un piloto de la Segunda Guerra, con el que bebimos y brindamos, por los muertos de las Falklands y de la guerra mundial. Cada vez que hay un muerto en Afganistán, en Irak, en cualquier lugar, me afecta profundamente. Cuando volví a aquella fiesta, estaba desconectado de la alegría, incluso de mi familia. Haber sido soldados profesionales no quiere decir que no hayamos sentido frío, miedo y angustia, que no carguemos con los muertos de la guerra”.

Jackson habla pausado y mirando fijo. Sería capaz de darle la espalda a cualquiera de los dos argentinos que lo acompañan porque la “guerra ya terminó y dejó secuelas en ambos lados”.

Rubén Otero después del hundimiento quedó en una balsa para 15 personas, con otros 21 sobrevivientes. Estuvieron 41 horas a la deriva, congelados, entre olas inmensas. “Tenía que hacer guardia en la zona de proa. Estaba tomando mate y me crucé con el compañero al que tenía que reemplazar. Me dijo que estaba todo bien. Decidí afeitarme. Fui al sollado, mi dormitorio, para agarrar la crema y la maquinita. De golpe, el mundo se vino abajo. Fue como chocar contra una montaña. Tras ese primer estruendo, se cortó la luz, hubo un silencio increíble y el Belgrano se inclinó. El segundo estruendo fue por el segundo torpedo, que impactó en la zona donde tenía que hacer guardia. Corrimos a cubierta, en medio del caos”.

Gabriel Sagastume contó cómo fue su paso por aquella guerra “Nos pusieron en pozos; en realidad cada uno tuvo que conseguirse el suyo. Estuvimos ahí hasta el final. Los ingleses nos atacaron desde el 11 de junio, durante la ofensiva final. No estábamos preparados para la guerra. Me sentía como los sobrevivientes de la tragedia de Los Andes, que se salvaron un poco por sentido común y otro poco por solidaridad, lo único que rescato de mi situación en Malvinas. La verdad es que en aquel pozo me sentía un linyera, un croto tratando de sobrevivir, de agarrar comida, de evitar la lluvia, los bombazos, las piedras que volaban. Irresponsablemente, con parte de una granada y una birome nos armamos un mate”.

Al volver, se recibió de abogado y llegó a ser fiscal.

Los tres parecen contentos. Se amigaron después de aquella guerra y hasta son capaces de ser protagonistas de una obra de teatro que llama “campo minado”.

La obra es de la escritora y directora Lola Arias que reúne veteranos argentinos y británicos de la Guerra de Malvinas, lo que fue conocido para el Reino Unido como The Falklands War, para explorar lo que quedó en sus cabezas.

La charla con Infosur termina con el apretón de manos entre ellos en el que se ríen tal como comentamos al comenzar la nota. Y como no podía ser de otra manera, inevitablemente surge el tema de la soberanía. “Cada uno tiene su postura, nosotros tratamos de convencer”, dicen los argentinos. Y surge, después, el último de los temas ríspidos entre ellos: el gol de Maradona a los ingleses. “La Mano de Dios fue la segunda experiencia traumática de mi vida”, dice mientras Otero apenas la hace la seña de la mano levantada. Ya sabía de qué hablaba.

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